Criar en lo oculto: la maternidad que nadie ve pero que transforma el mundo

A veces, entre el desayuno y las lavadoras, se nos olvida que estamos haciendo algo eterno.

Criar no tiene titulares. No tiene aplausos. No hay una medalla al final del día. Nadie se entera de cuántas veces volviste a calentar el café que nunca te tomaste, ni de todas las noches sin dormir cuidando fiebre, vómitos, pesadillas o simplemente insomnios infantiles que también son tuyos.

Y sin embargo, ahí estás.

Ahí estamos muchas. Ocultas, sí. Invisibles a veces, también. Pero presentes. Sosteniendo un hogar con nuestras manos, nuestras palabras, nuestro cansancio y nuestro amor.

Lo oculto no es menos valioso

Vivimos en una cultura que celebra lo visible, lo productivo, lo que genera resultados rápidos. Pero la maternidad no funciona así. Criar es una siembra silenciosa, paciente, profunda. Y muchas veces, dolorosa.
No siempre sabemos si estamos haciendo bien las cosas. Hay días en los que todo parece caos, y otros en los que ese abrazo al final del día nos recuerda que sí, que estamos dejando huella, aunque no la veamos.

Dios también trabaja en lo oculto. Él ve lo que hacemos cuando nadie más lo ve. Él está ahí cuando limpiamos lágrimas, cuando pedimos perdón por haber gritado, cuando doblamos la ropa con el corazón roto, cuando rezamos bajito para que ese hijo encuentre consuelo.
La maternidad es uno de esos espacios sagrados donde se esconde el Reino.

No estamos solas, aunque parezca

Sé que hay días en los que sentimos que nos perdimos. Que no sabemos quiénes somos más allá de este rol. Pero quiero recordarte algo: no estás sola.
Cada vez que sentís que no podés más, hay otra mamá también sintiéndose frágil.
Cada vez que te cuestionás si lo estás haciendo bien, hay otra mujer también preguntándose si lo que está haciendo tiene sentido.

Y por eso escribo estas cartas. Porque necesitamos compañía, no respuestas perfectas. Porque a veces basta con que alguien diga “yo también me siento así” para que podamos respirar más profundo.

Estás transformando el mundo

Sí, vos. Aunque hoy solo hayas logrado bañar a los chicos, calentar el almuerzo y leer un cuento.
Criar con amor, con intención, con fe, es una revolución.
Estás formando corazones. Estás enseñando a amar, a perdonar, a mirar a los demás con compasión. Estás modelando vínculos. Estás preparando a seres humanos que un día saldrán al mundo con todo lo que aprendieron en tu mesa, en tus abrazos, en tu paciencia.

No hay acto pequeño cuando se trata de amor.


Gracias por seguir apareciendo, aún cuando nadie aplaude. Gracias por seguir eligiendo estar. Porque aunque nadie lo vea, tu maternidad está transformando el mundo.

Con amor,
Caro